lunes, 21 de noviembre de 2011

Misión Rancho

Tenía tiempo que no escribía acá. En las últimas semanas, he estado full de trabajo (de varios, por cierto, gracias a Dios), porque pertenezco a ese inmenso grupo de venezolanas que somos, como diría Isabel Pereira "mujer pobre, sola, jefa de hogar", por lo que debemos hacer malabarismos para atender a nuestros hijos debidamente, organizar los quehaceres domésticos, y además, ser profesionales o trabajadoras por encima del promedio. Dicho sea de paso, no por ello soy ninguna super héroe, pues más de la mitad de la población se encuentra en la misma situación que yo, exprimiéndose en la economía informal, trabajando entre 16 y 18 horas al día, sin lograr que los ingresos alcancen a cubrir la Cesta Básica.


Pensando en esa categoría de mujeres venía de regreso a casa, luego de una experiencia desagradable en la mañana, que fui con mi madre a hacer mercado. La llevé, yo siempre buscando la novedad, la modernidad y la innovación, a un Hipermercado nuevo que recién inauguraron este fin de semana, que se divisa inmenso desde la Autopista Regional del Centro, el HiperLider de la Morita. Me dije: "se ve muy bien de lejos, debe ser bueno". Me imaginaba un lugar fresco, inmenso, donde hubiese de todo, y que pudiera escoger lo que prefiero, absolutamente a mi gusto, o de acuerdo a mi necesidad y la de mi familia.


Decidí compartir con ustedes hoy este tema, porque detrás de lo terrible que me pareció el sitio, no está solamente una empresa que hizo las cosas mal, sino que hay intrínsecos allí una serie de elementos que lamentablemente están formando parte de nuestra cotidianidad, y que en mi opinión, tenemos que erradicar.


Es cierto que en Venezuela es difícil emprender, y que se requieren más de 140 días para abrir una empresa. Eso es cierto. Pero no puede ser que la alternativa sea que las empresas abran sin haber completado su "puesta en escena", y entonces asistamos a una suerte de rancho a la mitad. Eso me parece una improvisación, una falla terrible de planificación, y por sobre todo, un irrespeto al usuario.


Y justamente en este aspecto, el de la falta de respeto por el usuario, es donde peor estuvo nuestra mañana de hoy. La mayoría del personal, desde los principales hasta los acomodadores de mercancía, estaban en "modo rancho", y trataban a todos como si fuéramos...¿cómo lo digo? ¿marginales? Bueno, algo así, como si fuéramos brutos, ignorantes, no sé ni qué calificativo utilizar.


La escasez de muchos de los alimentos de primera necesidad hace que las madres, y algunos padres también, andemos de un supermercado a otro, de un abasto al siguiente, buscando leche, café, aceite, azúcar, queso amarillo!...para llevar a nuestras casas. Y si se tienen 3 hijos adolescentes, deportistas y estudiando, como es mi caso, más aún. Por ello, esta mañana, habíamos muchas personas en ese nuevo lugar en lo mismo, porque se corrió la voz que allí había todo eso, "porque lo estaban estrenando".


Cuando abrieron y entramos, lo primero que pasó es que tuvimos que hacer cola para ingresar por una sola puerta, y el vigilante de la entrada, miraba mientras pasábamos, como revisando los carritos vacíos. No sé qué esperaba encontrar allí, la verdad, pero el caso es que me pareció extraño y un poco incómodo. Yo le dije sonriendo: "Buenos días", y ni se inmutó. Luego al entrar, por supuesto, todo el mundo corrió a los pasillos donde suele estar la leche, el café, el aceite y etc. Primera frustración: no había leche (ni aceite, ni café). Se me ocurrió preguntarle a uno de los supervisores que estaba por allí, y me dijo "no señora, se acabó ayer".


Ya que estábamos allí, mamá y yo decidimos aprovechar y quedarnos a comprar algunas de las cosas que nos hacían falta, claro de las pocas que habían. En cada pasillo que recorríamos aparecía una nueva versión del tema de la leche: que si ya viene en camino, que si no la sacan "porque la gente es muy bruta y se caen a golpes para agarrarla", que si la sacan a la hora del mediodía, que si mañana a primera hora. Todos los comentarios surgían del personal del hipermercado, pero nadie se comprometía con lo dicho, nadie tenía una respuesta oficial.


De repente, se creó una cola en sentido contrario totalmente a las cajas registradoras. Para ser específica, en sentido al depósito. Pregunté: "¿para qué es esta cola?"; "Para la leche", me respondió un señor. Le avisé a mi mamá, y me fui a hacer esa cola. Llevaba un rato allí, y no se movía la cola, hasta que salió del depósito una señora: "no hay leche señores! así como les dije que hicieran la cola, les digo ahora que la deshagan, me permitieron revisar el depósito y de verdad no hay"


Para hacerles el cuento corto, me sentí como si hubiera ido a las instalaciones de un Carrefour, o AlCampo, y al entrar, lo que había era un Mercal. Es decir: un engaño, un caza bobos. Y ahora que utilizo esa imagen, me doy cuenta de que es igual que el resto de las cosas en los últimos años: damnificados viviendo en los museos, pseudo médicos graduándose, madres procesadoras esperando los alimentos para procesar, etc. Puro engaño!!


Para ponerle la guinda a la torta, pagamos, y en la puerta de salida, el mismo vigilante que escudriñaba los carritos vacíos al entrar, me pidió que abriera mi cartera para "visualizarla". Encima de engañada, me tratan como una delincuente.


Mi mamá me comentaba de regreso: "¿viste la cantidad de gente humilde?". Pues claro que la vi, porque eso es lo que somos la mayoría de los venezolanos, gente humilde, intentando sobrevivir día a día, mientras nos tratan como mucho menos. Y caigo en cuenta entonces que es un estilo, un modo de accionar, un modelo al que nos quieren acostumbrar, de todos igualados por abajo, pero ¿por qué no lo logran? Porque la gente humilde, es gente trabajadora y de respeto, y quiere prosperar, y ser tratada en forma especial


Yo me niego a ser tratada como conformista, como resignada, como si no hubiese otra alternativa. Quiero que mi país prospere, que hayan muchas empresas de excelente calidad y trato al público, donde la gente que trabaja en ellas se sienta felíz de hacerlo, y como consecuencia, trate bien a todos los que interactúan con ellos. Quiero que mis hijos tengan buenas carreras, que sean independientes, exitosos, y disfruten de una sociedad respetuosa, donde la confianza, la solidaridad, la ética, la libertad y el trabajo sean valores que marquen la convivencia.


Para que todo eso que yo quiero suceda, tenemos que cambiar el modelo, éste, de desprecio por la gente, por uno radicalmente diferente, donde la persona, la familia, sean el centro, donde se nos trate como ciudadanos, donde se nos incentive a mejorar, para que todos prosperemos


Llego a casa habiendo reflexionado todo esto, pero en lugar de estar desanimada, me siento entusiasmada y llena de ganas, porque tenemos alternativa! Tenemos una tremenda candidata a la presidencia de la república: María Corina Machado, que representa todo lo que Venezuela necesita, es la única que está planteando un modelo radicalmente opuesto al actual, que no está con medias tintas al hablar para quedar bien con todos, sino que llama a las cosas por su nombre, está clarísima en lo que quiere para Venezuela, y entiende que no queremos más de lo mismo, más distribución homogénea de la marginalidad, del ranchismo mental, sino que queremos desarrollarnos y progresar, que nos traten como ciudadanos, que nos dejen trabajar, y cuidar a nuestras familias. 


Gracias a Dios, Viene María!