domingo, 24 de julio de 2011

El espíritu Vinotinto y la realidad del fútbol menor en Venezuela


Aún embriagados por el fervor que nuestra vinotinto nacional nos regaló durante este mes, decidí compartir con ustedes otras emociones, contradictorias, relacionadas con el desempeño del fútbol en Venezuela.


El equipo que ven en la foto, es la selección sub 17 que representará al estado Aragua en los próximos Juegos Nacionales que se llevarán a cabo en Trujillo, derecho que se ganaron a pulso, con su esfuerzo diario y constancia, y con el apoyo de su entrenador (Alex Montaño, de Maristas) y nosotros, sus padres y madres.


Son jugadores apasionados del fútbol, pertenecientes a varias escuelas maracayeras (Maristas, San Ignacio, Trinidad, Escuelita, Centro Hispano de Maracay, San Jacinto y Casa Italia de Maracay) que durante un mes se destacaron de entre un grupo de 30 atletas, logrando su puesto en esta selección. El proceso se llevó a cabo en diferentes campos de las escuelas mencionadas, hasta que llegó el momento de las eliminatorias zonales, contra los equipos de Cojedes y Carabobo.


Este equipo de talentosos jóvenes derrotó a Carabobo 4 goles por 1, en un aguerrido partido de desempate que tenía todos los factores en contra. Jugaron con uniforme prestado, nosotros los representantes aportamos todo: hidratación, alimentación, transporte (como en el resto de la eliminatoria). El único día que estos jóvenes se sentirían verdaderamente representantes del estado Aragua, ese miércoles 20, se les dió la espalda.


La Federación había acordado que el partido de desempate entre esta selección y la del estado Carabobo fuese en el estadio Olímpico de Maracay, sede del Aragua Fútbol Club. Hacia allá nos dirigimos a mediodía, y esperábamos la llegada del combinado de Carabobo. Cayó una ligera lluvia, de pocos minutos, que recibimos con alegría, pues las temperaturas del ambiente en esos días macarayeros eran bastante altas.


Una persona de la Directiva del Aragua F.C. llegó repentinamente al estadium, una hora antes de comenzar el partido, cuando apenas llegaba el equipo de Carabobo, para sentenciar "aquí no hay juego hoy". Palabras que cayeron como balde de agua fría a nuestros jóvenes, que entusiasmados, ya se veían jugando en ese engramado.


Yo quiero imaginar que esa persona no conoce el reglamento de la Federación, pero sería contradictorio que así fuera, si forma parte de la directiva del equipo aragüeño. Pero, si efectivamente conoce el reglamento, tenía que saber que su sentencia, para presuntamente proteger el campo, estaba eliminando del campeonato al mismo tiempo a nuestra selección de ilusionados jugadores, pues al estar presente el otro equipo en el campo acordado, si el mismo no estaba en condiciones, los visitantes ganaban el partido por forfait.


Afortunadamente, y una vez más por el empeño de nuestro entrenador, y de los representantes que allí estábamos, y por supuesto, de la voluntad de realizar el partido que traían también los equivalentes de Carabobo, el partido se realizó, de común acuerdo, en otro campo que hubo que preparar en corto tiempo, y en el que derrotamos, no solamente a la oncena carabobeña, sino al desapego, al nulo apoyo regional, en resumen, a las políticas inexistentes de promoción del fútbol menor por parte de los entes oficiales de este estado.


Este equipo, el de la foto, con su uniforme prestado, pero con el ímpetu, el compromiso, la destreza, la fuerza y la pasión muy pero muy propias, y el apoyo nuestro, de su entrenador y de sus padres y madres, asistirá en agosto a los nacionales, a demostrar que cuando se quiere, se puede, aún en contra de los que llevan ahora las riendas de las políticas públicas deportivas.

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